lunes, 2 de febrero de 2009

LOS HEBREOS COMO ADMINISTRADORES





Los hebreos como administradores
Los hebreos son otro ejemplo que dio en la antigüedad, lineamientos sobre teorías y prácticas de la Administración Así en el libro del Éxodo, Jethro, suegro de Moisés, aconseja al gran líder que delegue los pequeños problemas en sus subordinados, a fin de que le quede más tiempo para atender decisiones más importantes. "Decidirán las cuestiones de poca monta, pero te dejarán las importantes". Los administradores modernos se valen de este mismo concepto básico para delegar autoridad; ocurre lo mismo con el principio de excepción, que ordena que los administradores dediquen su tiempo a cuestiones importantes y que dejen las secundarias a otros.

En los Diez mandamientos se encuentran ejemplos de prácticas administrativas. Moisés y los Hebreos usaron esas leyes como guías de conducta individual y organizacional. Hoy, las organizaciones modernas emplean reglas, procedimientos y políticas con el mismo objeto. Otro ejemplo de la eficacia de los hebreos en el campo administrativo es la salida de Egipto. Para llevarlo a feliz término, se valieron de muchos conceptos y técnicas administrativas.


LA CIVILIZACION HEBREA Y LA ADMINISTRACION

LA CULTURA HEBREA

Las bases de la religión hebrea se distinguieron por atributos básicos como la justicia y la piedad, y la alianza entre la divinidad y el pueblo, por lo cual, la concentración de la riqueza, produjo la pobreza del pueblo, y la condena de los profetas a las nuevas estructuras económicas y sociales, denunciando la avaricia, y tratando de convencer a la población de regresar a las viejas costumbres que les dieron origen.

Los profetas, con una visión idealista del cambio social, describieron y denunciaron las consecuencias del nuevo orden económico, pero pensaron que el cambio en el espíritu humano era suficiente, sin percibir que los males que condenaban, estaban enraizados profundamente en las condiciones materiales de la existencia, es decir, que en la producción social realizada por los hombres éstos establecen relaciones de producción que corresponden a un nivel de desarrollo de su poder de producción, sobre las cuales aparece una superestructura que condiciona la vida social, jurídica, política, y espiritual, que nos demuestra que no es la conciencia de los hombres lo que determina su existencia, sino, lo contrario, su existencia social es lo que determina su conciencia. Sólo cuando las relaciones de producción entran en conflicto con el desarrollo de las fuerzas materiales de una sociedad, sobreviene la crisis y el cambio que transforma la base económica y la superestructura social.

La solución de los profetas hebreos consistía en aceptar la ley divina, viviendo conforme a sus normas religiosas, algunos comprenden la imposibilidad del retorno al pasado y revelan terribles castigos, otros cifraron su esperanza en la llegada de un salvador que acabaría con la injusticia, por ello, el nacimiento del cristianismo representa la máxima condena a la sociedad esclavista que respondió con una intensa y permanente represión durante muchos años contra los que aceptaron las nuevas ideas religiosas, que significaban cambios económicos y sociales radicales, pero su idealización en extremo lo desvió de los problemas sociales de su tiempo, sin embargo, durante casi 2 mil años ha sido la fuente de inspiración de muchos pensadores para establecer la justicia social en este mundo.

Las diferencias sociales y la subordinación de los individuos a la religión y el Estado, hicieron que las cuestiones económicas estuvieran inevitablemente ligadas a la filosofía, la ética, la religión y el derecho.

Los temas económicos abordados por los pensadores de la sociedad esclavista se redujeron a la propiedad y el cultivo de la tierra, a la ganadería, a los méritos y deméritos de las diversas ocupaciones generadas por la intensa división del trabajo, las contradiccio­nes propiciadas por la aparición del monopolio como oposición a la competencia, la reglamentación de los precios como medio de impartición de justicia económica, el trabajo y los salarios, la pobreza, la falsificación de la moneda, los pesos y medidas, y los impuestos.

En la sociedad esclavista la riqueza o la pobreza se aceptaron sin protestas. En Asia, fiel representante del fatalismo económico, se creía que la felicidad era mayor si disminuían las necesidades, idea totalmente opuesta al pensamiento actual.